¡Por la Merced que es nuestra gloria, al servicio de los cautivos de nuestro tiempo!
Prot. MG 11/2025
Objeto: Solemnidad de nuestro Padre fundador, San Pedro Nolasco
A TODOS LOS RELIGIOSOS DE LA ORDEN Y FAMILIA MERCEDARIA
Mis queridos hermanos: ¡Hoy estamos de fiesta! En el marco del tiempo pascual, en el que proclamamos el triunfo de Jesús sobre la muerte, con gran alegría celebramos la solemnidad de nuestro Padre y fundador San Pedro Nolasco, teniendo en cuenta que, como dice San Pablo: “Por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre. Si nos hemos unidos a Cristo en una muerte como la suya, también nos uniremos a Él en su resurrección. Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedara destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado. Porque cuando uno muere, queda libre del pecado” (Rom, 4-7).
Como religiosos mercedarios, nos proponemos ser hombres libres, portadores de fe y de esperanza. Impulsados por el Espíritu redentor de Jesucristo, queremos seguir siendo instrumentos de liberación encarnando el carisma de San Pedro Nolasco quien, siguiendo el ejemplo de Cristo, quiso consagrar su vida plenamente al servicio de la redención de la humanidad. Aprovecho esta feliz ocasión para presentar el saludo fraterno a los religiosos de la Provincia de Perú, de la cual nuestro padre es el titular, los animo a todos a ser hombres “libres para liberar”. “Vemos en nuestro Padre San Pedro Nolasco el guía y modelo de la oración mercedaria, imitamos su actitud contemplativa y encontramos, en la unión con Cristo Redentor que sufre en los cautivos, la fuerza que nos convierte en mensajeros de amor y libertad” (COM 57).
La misión redentora de Cristo comienza con la fuerza y gracia del Espíritu Santo, así lo proclamó en la sinagoga de Nazaret cuando leyó el texto del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros, la libertad; para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios; para consolar a los afligidos, los afligidos de Sión” (Is 61,1); y, terminó diciendo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído” (Lc, 4,21).
Al celebrar la fiesta de nuestro santo Padre, no sólo hacemos memoria de su legado carismático, es al mismo tiempo la oportunidad, de reconfirmar el compromiso de vivir con fidelidad nuestra consagración religiosa visitando y liberando a los hijos de Dios que hoy en día se encuentran privados de libertad. No me cansaré de insistir que debemos dimensionar nuestra misión redentora más allá de la Iglesia necesitada, atendiendo con especial ahínco a la Iglesia Perseguida. Hoy en día, según la organización cristiana “Puertas Abiertas” (Organización Cristiana Internacional), existen 380 millones de cristianos perseguidos y discriminados; muchos de ellos incluso asesinados por resistirse a renegar de la fe cristiana. El tema, sin duda, nos es muy familiar, ha sido la razón fundacional de nuestra Orden. No podemos, no debemos cerrar nuestros ojos ante esta realidad que cercena corazones. Estamos en camino, en proceso de organización para definir: quiénes, cómo y cuándo, hay que realizar tan importante proyecto de redención.
El descubrimiento de Cristo que entregó su vida para redimirnos de toda esclavitud y su profunda incidencia con el misterio de su encarnación en cada persona sufriendo en el mundo, es y será motivo de nuestro carisma mercedario. Ésta ha sido la experiencia original de San Pedro Nolasco, como hombre sensible ante la realidad de los cautivos de su tiempo, que nosotros los religiosos de hoy, debemos continuar.
De cara al compromiso ineludible de seguir siendo signo profético del reino de Dios, retomo las palabras que San Pablo dirigiera a los Romanos: “Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.
Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (Rom 12, 1-3).
Es muy importante abrirse permanentemente a las mociones del Espíritu Santo, al discernimiento, para descubrir con certeza la voluntad de Dios en la toma de decisiones sobre la re significación de nuestra presencia en la Iglesia. Si hay que hacer cambios, hay que realizarlos con la certeza de que todo es bajo la iluminación e impulso del divino Espíritu.
Con la confianza en el poder de intercesión de nuestra Madre la Virgen María, y de San Pedro Nolasco, nuestro Padre, pidamos a Dios que nos llene de su gracia divina, a fin que, podamos continuar realizando con alegría nuestra misión redentora.
Unidos en oración, recemos a nuestro santo Padre fundador:
Oh Señor, que has revestido de la caridad de Cristo
a nuestro Padre San Pedro Nolasco,
y por medio de la Virgen María
lo has hecho mensajero de amor y libertad
para los cristianos cautivos, concédenos imitar sus ejemplos
para la liberación de todos los oprimidos
y la edificación de tu Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Curia General, a 6 de mayo de 2025, año jubilar de la esperanza; a los 806 años de la fundación de la Orden.
Fraternalmente en Cristo Redentor:
Fr. Leoncio Osvaldo Vivar Martínez, O. de M.
Maestro General de la Orden de la Merced